Lámpsakos | N
o.
9 | pp. 9-10 | enero-junio | 2013
| ISSN: 2145-4086 | Medellín - Colombia
CIENCIAS HUMANAS Y
EMERGENCIA DE LA EDAD DIGITAL
HUMAN SCIENCES AND EMERGENCY
ON DIGITAL AGE
Hervé Fischer, Ph.D
Federación
Internacional de las Asociaciones de Multimedia
Montréal,
Canadá
Quiero subrayar la importancia de
una mejor comprensión teórica del choque digital en el
campo de las ciencias humanas, por lo tanto, deseo
enfatizar sobre algunos conceptos que considero
claves para entender nuestra época:
1. Estamos pasando de la era del
fuego a la era digital,
o sea, de la era de la energía,
que incluye el fuego, el viento, el agua, la
electricidad y la energía nuclear, a la era de la
información. Pasamos así del binomio
energía-materia a un nuevo paradigma epistemológico e
instrumental, el de una codificación binaria y
de una programación algorítmica con las
cuales pretendemos reinterpretar el universo e
instrumentarlo con una nueva potencia humana superior a la de las leyes habituales de la naturaleza. El hombre ha escogido marcar con su sello
nuestra evolución y hablamos aquí de lo antropoceno.
McLuhan fue el último gran pensador de la era del fuego, de los
medios de difusión eléctricos; pero no podría ser
el nuevo gurú de la era digital. La energía
destruye la información. Lo digital la crea y la
difunde.
2. Debemos rendir homenaje a
Darwin por haber afirmado, en contra de los creacionistas,
que
el hombre no desciende del cielo
mas sí de los árboles y por haber inventado la ley de
selección
y de adaptación natural para
explicar biológicamente nuestra evolución. No obstante, esta ley no basta para explicar las sucesivas mutaciones
de la especie humana. Proponemos pues considerar
la “teoría de la
divergencia”.
La especie humana evolucionó muy
rápido, menos por adaptación que por proyectos, rupturas
y divergencias, incluso a riesgo de su supervivencia.
Esto se evidencia en la política, en el desarrollo
científico, en las artes. Estas divergencias, que aceleraron
nuestra evolución,
siempre surgieron de creadores,
inventores, de líderes que primero fueron marginados,
rebeldes, en ruptura con las
ideas comúnmente recibidas, pero que a la larga se
impusieron ante la mayoría. La
invención de la informática constituye un singular ejemplo de esta teoría de la divergencia, en etapas graduales: la invención de la escritura ideográfica; la ruptura con lo analógico y la
invención del alfabeto fonético, de veinte a treinta
símbolos abstractos, que propician una fuerte
combinación conceptual; la invención por Gutenberg de los caracteres
móviles de impresión, que permitió la difusión
progresiva en masas de los libros y del pensamiento
crítico individual; seguido de la reducción
radical de este alfabeto fonético a un código
binario, que nos ofrece hoy en día la convergencia universal en multimedia de todos los lenguajes —no
sólo del texto, sino de los sonidos, las imágenes, los movimientos: la
imprenta del siglo XXI. Debemos subrayar aquí
que la digitalización constituye una ruptura por
difusión
planetaria inmediata, la
programación de los algoritmos, el control de los hombres y
de las ideas, para bien o para mal, con
una potencia tecno-científica, social y cultural con
la cual ni siquiera nos atrevimos a soñar, a
no ser como cosa de magia. Pero es un error repetir,
como acostumbramos a hacerlo, que esto
significa el fin de Gutenberg y el regreso a una
oralidad
en multimedia, que podría también
dar al traste con los esfuerzos costosamente alcanzados por la razón conceptual y
crítica, y el consiguiente advenimiento de un nuevo
oscurantismo.
El código binario es el desenlace
genial del alfabeto fonético de veintiséis
signos, por su reducción a dos: on y off, 1 ó 2.
La divergencia más evidente del
espíritu humano con respecto a la naturaleza es la invención
de la ética. La teoría de Darwin no sabría explicar el
surgimiento de la ética. Por el contrario, según
Darwin, es la ley del más fuerte, la de la jungla, la que
predomina en nuestra evolución, mientras que la ética
nos obliga a socorrer a los débiles, a los moribundos,
a salvar a los enfermos, a ayudar a reproducirse
artificialmente a aquellos a quienes la naturaleza no se
los permite, a alargar la vida de aquellos que ya no
son productivos, a facilitar la vida de los minusválidos,
a pesar del alto costo social, cuando la
selección natural darwiniana debería eliminarlos. Mas hoy,
gracias a las redes digitales de comunicación,
sabemos cada vez más de cómo los derechos universales
del hombre son pisoteados en todo el mundo. Sabemos
que la humanidad es un escándalo permanente,
intolerable: explotación, violencia, injusticia, y
genocidios. Son los hipervínculos digitales los que
refuerzan esta nueva exigencia de solidaridad humana y
de indignación que sentimos. Paradójicamente, es la
trivial tecnología binaria de la informática la
que crea y refuerza esta exigencia ética planetaria que
sentimos. Ciertamente, estamos fascinados por las
virtudes digitales de la “realidad aumentada”. Pero el
progreso humano es más incierto que el progreso
tecnológico.Y lo que llamo entonces la “conciencia aumentada”
es mucho más importante y
decisiva para nuestro futuro que la realidad aumentada.
La conciencia aumentada es el fundamento del
hiperhumanismo que yo defiendo: hiper por más
hipervínculos y más humanismo. Y es en este sentido que yo
hablo entonces del digital alternativo, no el del
comercio, de la especulación financiera y de los
video-juegos de los países ricos, sino el del progreso
humano para el desarrollo de los países del Sur:
educación, prevención, salud, comunicación, diversidad
cultural e identitaria.
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